Para Rodolfo Vera
Me gusta La esquina de los milagros. Es un exquisito
restaurant que está en Coyoacán en la meritita esquina de Tres Cruces y
Francisco Sosa, sobre el jardín centenario. Lo conocí hace tiempo y me llamó la
atención por tres cosas. La colección de exvotos y angelitos barrigones que exhibe –que a pesar de
las remodelaciones que le han elevado los precios y mejorado su espacio y
mobiliario en los últimos años han decidido conservar, aparentemente, como un
amuleto icónico-; obviamente, su cocina que cada vez es más gourmet (si eso es
posible en la escala del progreso culinario), y el cuidado que tienen con su
selección musical. Tanto cuando es grabada como cuando es en vivo. Por las
tardes y de noche toca un trío de jazz compuesto por contrabajo, clarinete y violín.
Ahí he celebrado cumpleaños, reencuentros, despedidas, fines de proyectos, treguas
cafeínicas entre juntas, tardes de lectura solitaria, siempre saboreando su
exquisito sazón. Se entenderá por qué entonces me reuní a desayunar ahí con mi
querido amigo Rodolfo Vera, quien además de ser generoso y paciente es
cumplidor. Lo primero porque él me invitó el desayuno, unos huevos de los que
les debo su denominación porque entre cazuelita, salsa y topping gratinado, en
medio del scatt de It ain´t got a thing,
if it ain´t got that swng de Ella Fitzerald en youtube y otras maravillas vistas
en celular, de plano no se me pegó el nombre. Paciente porque de la vez que nos
encontramos fortuitamente afuera de esa farmacia en San Angel y quedamos de
vernos para desayunar pasaron unos 8 ó 9 meses. Y cumplidor porque, cuando
retomamos la varias veces pospuesta intención de reunirnos llegó puntual y sin
remilgos, sonriente y escuchador como el distinguidísimo “crooner” hecho y
derecho que es. Platicamos de música, de músicos y de músicas; me escuchó con
su mirada de “tú sabes bien lo que tienes que hacer, yo no te voy a dar
consejos”; compartió conmigo los datos de un director musical con el que no he
hablado todavía y me adelantó la fecha de su próximo concierto en D´Polak /http://www.rinconpolaco.com/forum/index.php.
Pasamos media mañana charlando y poniéndonos al día de los últimos años.
Prometí ir a su show y así lo hice. Esa noche, celebré haberme dado la
oportunidad de cumplir también con mi palabra y cerrar con hechos lo que había
abierto con intenciones, para oírlo interpretar los más recientes retos vocales
que se había impuesto. La versión a un tema de U2, I get a kick out of you, You and the night and the music, Fly me to the moon, y otras piezas de aire carioca llevadas al
soft jazz, así como standards de todos los tiempos que forman el repertorio de
este singular proyecto. Debo decir que la combinación de Swingsters jazz band
con “Gulash” es una delicia que con frecuencia se puede disfrutar un jueves por
la noche en ese club de jazz en Polanco en que se ha convertido el foro del
restaurant Polaco, donde han pasado artistas de la talla de Héctor Infanzón o Eugenio
Toussaint , y, por supuesto, Rodolfo Vera.
Después de la charla, recordamos los pendientes de la vida
corriente. Caminamos por el andador, cruzamos Carrillo puerto, él abordó un
taxi rumbo a la Condesa y yo caminé rumbo al metro General Anaya. Antes de
despedirnos le tomé esta foto con la promesa de escribir algo. Y ese algo aquí
está.
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