“La
mer, la mer, tourjours recommencée.”
El
cementerio marino, Paul Valery
Mare primo es
una extensa colección de pinturas en óleo y acrílico de pequeño y mediano
formato; dibujos, fotografía, video y escultura, del artista mexicano Manolo
Cocho, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte FONCA-CONACULTA,y que
a través del programa de intercambio cultural con Italia, iniciativa de Grupo
78, al frente del cual se encuentra la curadora María Campitelli, y con apoyo
de otras instituciones, se ha logrado exponer en la Galería Lux de la Ciudad de
Trieste, este año de 2014.
A decir del Sr. Giorgio
Parovel, director de Lux: “Creo que el valor artístico y cultural de la obra
de Manolo Cocho nos ayuda a redescubrir y ver bajo una nueva luz todo lo que
nos rodea, interpretando un mundo distinto al nuestro pero lleno de tradición,
historia y cultura… Tener la oportunidad de trabajar junto a él es descubrir
cómo es posible infundir entusiasmo y amor hacia el arte y la naturaleza en sus
diferentes aspectos, especialmente en aquellos por cuya simpleza vemos pero no
observamos, realmente… Mi sensación es no sólo la de haber conocido a un
embajador de los valores artísticos y culturales de las civilizaciones arcanas
de México, sino a un hombre, a un artista y principalmente a un maestro”.
Pintar los reflejos del mar,
sin pretender hacer un retrato hiperrealista (fotográfico), sino dar una visión
pictórica, contemporánea, donde el trazo y el contraste de la luz y los matices
de los materiales generen, no sólo la ilusión de movimiento y transparencia
retiniana que se necesita, sino que evoquen, además, las profundidades
inconscientes del individuo es una tarea que se antoja no fácil a estas alturas
del lugar común, cuando la representación de las marinas, las puestas de sol y
los reflejos han sido monopolio de los jardines del arte y las casas de
cultura.
La propuesta pictórica de
Manolo Cocho rebasa con mucho estas estampas costumbristas y se sumerge en el
inmenso oleaje de su trayectoria técnica, para extraer reflejos de otras
épocas, contrastes fantásticos, impresiones, transparencias, fractales donde la
composición no retrata a la naturaleza, sino construye un imaginario a partir
de elementos conocidos como el color, para dimensionar profundidades que el
cerebro reordena como paisajes, playas, horizontes, cielos, peñascos, resacas,
abismos submarinos. Olas rompiéndose en las comisuras de la realidad. Tormentas
que son manchas, escurrimientos, accidentes magistralmente delimitados por un
oficio que no busca el preciosismo, sino el equilibrio, la armonía dentro del
caos, y hace de la realidad un pretexto para la abstracción representativa.
El valor agregado de esta
colección de improntas oceánicas es que, ya que no se limita a la imitación,
sino que plantea ante el espectador un juego de símbolos, uno puede sumergirse
en el inconsciente y navegar las singladuras subjetivas que a cada quien
despierten los cuadros, considerando que, como plantea el autor, el océano es
la metáfora de la gran mente, la red de redes de donde surge todo lo posible y
lo imposible.
Estados emocionales y psíquicos aparecen cuadro a cuadro en una sucesión aleatoria de la conciencia: tristeza, abatimiento, resquemor, duda, angustia, resignación, ahogo, náusea, confusión, deseo, contradicción, alumbramiento en esta danza de colores convocada por la música del pincel en estas piezas divididas en series:
Estados emocionales y psíquicos aparecen cuadro a cuadro en una sucesión aleatoria de la conciencia: tristeza, abatimiento, resquemor, duda, angustia, resignación, ahogo, náusea, confusión, deseo, contradicción, alumbramiento en esta danza de colores convocada por la música del pincel en estas piezas divididas en series:
Mirrow, donde
la experiencia océanica es envolvente y uno forma parte del inmenso y sus
profundidades; Subconscious, códigos submarinos, lenguaje cifrado de
correspondencia extra-terrestre; Signs, pistas que buscan una dirección
donde significar nuevos territorios; Infinity, escotillas terrestres
donde lanzarse a la contemplación infinita de ondulaciones y mirarse en el
espejo del subconsciente para encontrar la imagen verdadera de sí mismo; Archetypes,
talismanes arcanos, llaves maestras que abren el portal del subconsciente
tribal, y Eye, dos videos que son claraboyas hacia el mundo mítico,
(Triton eye), y al hipnótico del subconsciente, donde yacen los misterios del
mundo emocional (Sea eye).
Y ya que fondo es forma,
Cocho aprovecha el díptico para introducir el sintagma de la flecha; la línea
con sentido. Columna vertebral que se enrisca, se anuda, corre o se interrumpe
por la suspensión espacial que el silencio entre paneles le otorga. Osamenta
petrificada, Axón coralino en que se enredan las algas del tiempo. Planos entre
realidades de diferente densidad matérica. Alba, canícula y ocaso. Nubes
pintadas sobre la pintura de una abstracción que evoca la más lejana realidad,
acaso tan íntima como el saberse consciente.
“Si analizamos la línea; el
recorrido de la trayectoria de la nave-flecha, encontramos una referencia a los
trazos creados en la obra del maestro británico Richard Long, uno de los padres
de la instalación land-art o earth-art, cuya referencia también se
encuentra en el tejido de las obras de Mare Primo, y los trabajos
precursores de este proyecto. El efecto de la obra de Long imprime lo sutil
pero profundo como norma, el acento preciso colocado por el artista encima de
cosas comunes que dejan de ser ordinarias en el momento que surge la reflexión
sobre las mismas desde nuevos ángulos de visión”, (1)
El mismo autor nos da pistas
para abordar esta colección en su texto de presentación, en el que nos señala
como referencia inmediata la película Solaris de Andrey Tarkovski, 1972,
en la que un lejano planeta está rodeado por un inmenso océano, que a su vez
reproduce todas las representaciones mentales de sus habitantes. Este océano es
una clara referencia al mecanismo creador de la mente. De la misma forma nos
ofrece una contextualización cultural a través de las figuras que en las diferentes
mitologías ha ocupado el símbolo del mar o el cielo como el padre creador. Incluso,
refiere la teoría científica del origen de la vida de Oparin, para remontar en
el tiempo y tener una visión abarcativa del enorme poder mítico y fundacional
del concepto, de donde surgen los arquetipos de todo lo que hoy es posible
conocer.
Me parece pertinente sumar
aquí algunas ideas que se desprenden, asimismo, de la interpretación que hace
del poema de Paul Valery, el poeta mexicano Roberto López Moreno, en su texto Mar:
tumba cuna tumba cuna (2), pues hermana el sentimiento humano que inspiró
al poeta de Séte y a Cocho ante el inmenso misterio acuoso y,
seguramente, contribuirán a dimensionar la lectura de esta propuesta.
“Qué es el mar sino una
inmensa tumba en donde todo se concentra y de donde, finalmente, después de una
serie de reacomodos y aleaciones, procedemos todos, impulsados por la energía
dinamizada desde las profundidades, en donde el sueño podría ser sueño eterno,
pero se mueve cumpliendo con las leyes de su nacimiento… y de su muerte.
Reacomodos y aleaciones construyendo la existencia manifestada en seres vivos y
objetos inanimados que, sentenciados por la dinámica de la marea, igual, se
mueven, ¿hacia su vida? , ¿hacia su muerte?
Y más adelante explica: “Si
el mar es la tumba de lo que no nada, esta tumba no es oscura, sino por el
contrario, está plena de un fulgor enceguecedor y lo que no vemos no es por la
sombra, sino por el estallido de luz del mediodía encendido en sus fuegos.
Entonces, el mar, la enorme tumba de agua, es una tea, y si vamos en el morir
hacia esa tumba, no vamos a ella por la sombra, vamos por la llama”.
El artista plástico como el
poeta pretenden alcanzar el conocimiento a través del poema (creación), “la
poesía, siempre al borde del abismo nombrado”. (López Moreno, 2013).
En este sentido las piezas
que ofrece el autor son resultado de un largo y profundo proceso de maduración
artística y personal; testimonio de los tesoros y monstruos hallados en esa
secuencia de acciones físicas y psicológicas de las que se desprenden varias
vetas que podemos admirar.
Esta extensa colección de piezas está dedicada a la memoria del Maestro Alejandro Santiago, quien falleció este mismo año en México. Amigo entrañable y guía del autor en la magia del pensamiento no-lineal, quien decía que “la vida es un acto de poesía pura, proveniente del susurro del oleaje del universo”.
Acerca del trabajo de Manolo
Cocho, María Campitelli comenta: “Su trabajo es la demostración poética
–redundante en estallidos visuales, simbólicos y semánticos- de una idea que
crece a partir de alimentarla con un amplio rango de disciplinas que van de la
filosofía a la ciencia y la mitología en un impetuoso estallido de un
conglomerado de materia y espíritu, que viaja a través de los dibujos y trazos,
ya sea del pasado o del presente, en una proyección hacia el futuro.
Su intención principal está
dada en las cimas de la ciencia de
vanguardia, en una trayectoria no lineal de los sistemas de redes que crecen
infinitamente, en una escala progresiva de complejidad, de acuerdo a la teoría
del caos. Sus piezas en cientos de versiones, todas ellas de una gran
intensidad, llenas de motivos gráficos interrelacionados así como también de una
escritura libre cromática, sabiamente pictórica llena de alusiones simbólicas,
se convierte en la traducción visual de sus hallazgos cognitivos y de sus
convicciones. Son como las páginas de un libro que utilice imágenes
intensamente significativas, más allá de las palabras, para darnos cuenta de su
percepción acerca de lo que rodea nuestra realidad en relación con el cosmos. Aquí
la ciencia y el arte se conectan a la manera en que Leonardo trabajó durante el
renacimiento”.(3)
Mare primo es
un largo y profundo viaje de inmersión en las aguas del misterio. Será por eso
que el autor elige esta frase como emblema de la muestra: “The subconcious
is the gate of infinity”, para invitarnos a cruzar el umbral de lo conocido
y re-encontrarnos en un nuevo orden, en el abismo profundo del origen, en las
corrientes inesperadas que desafían la dimensión del tiempo y el espacio; y nos
reconozcamos a través de sus piezas, esas que pueden ser vistas a través de una
mascarilla de buceo o en la desesperación de la apnea que provoca la supuesta
realidad.
José Manuel Ruiz Regil
Arte Duro.
(1) Texto
de presentación de Manolo Cocho.
(2) Mar:
tumba cuna tumba cuna, de Roberto López Moreno, en Elogio al oficio 13 carteles
de poesía, Ed. UAM Azcapotzalco, VersodestierrO, compilación, prólogo y
selección e Carlos Gómez Carro.
(3) Texto
de presentación María Campitelli.
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