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domingo, 9 de agosto de 2015

Crónica de la Inauguración de Donde termina el cielo en Fundación Sebastián


Foto Salomón Cohen
El jueves 6 de agosto de 2015 a partir
de las 7.30 p.m. se abrieron las inmensas puertas azules de Fundación Sebastián en Avenida Patriotismo 304, colonia San Pedro de los Pinos, para recibir a los visitantes a la exposición de co-individualidades Donde termina el cielo, en la que cuatro artistas contemporáneos montaron un diálogo estético a partir de sus piezas, cada una de una disciplina distinta. Miguel Morales (video-fotografía), Eduardo Caamaño (pintura), Eduardo Romo (escultura) y Héctor Murrieta (música). 

   
Maqueta Eduardo Romo
Cruzando el umbral del gran salón en que se encuentra la exposición permanente de Enrique Carbajal -una suerte de “Mundo Feliz” de muros altos tapizados con fotografías de gran formato del autor con diversas personalidades del mundo arte, la política y la sociedad-, pasamos al espacio meramente expositivo, donde lo primero que se ve al fondo es “Columna jónica”, de Eduardo Romo, una torre de cinco metros conformada por módulos cúbicos de madera ensamblables, y rematada por una estructura horizontal. Esta pieza forma parte de su reciente veta “Obra negra”, que el autor explota con hallazgos sorprendentes. Prueba de ello son las dos piezas seleccionadas en la bienal Femsa/Monterrey, 2014. En esta serie, Eduardo se propone rescatar los procesos, elementos, herramientas y manías del trabajo arquitectónico-albañileril, y estetizarlas, al tiempo que da un valor esencial a aquello que suele ser efímero (las estructuras de apoyo, las cimbras, los polines que habrán de desaparecer una vez se termine la obra).

    
 El trazo museográfico nos hace mirar de inmediato al centro del espacio para descubrir “Estructura cúbica”, la transcripción de un dibujo o boceto en un espacio tridimensional. Esta pieza materializa los trazos de apoyo que indican las líneas de fuga donde se intersectan las aristas del cubo en un espacio físico. Al estar en este punto uno se da cuenta de que está rodeado por estampas de la ciudad que nos remiten de inmediato a sitios muy reconocibles dentro de la urbe, nuestro espacio natural. Al recorrer los óleos de Eduardo Caamaño, el ojo viaja de la Roma a Congreso de la Unión, de Pedregal, a la Merced, de Tacuba a Reforma a Chapultepec al Centro. Estos óleos de mediano formato están agrupados bajo el título “Bajo el cielo”. Entre ellos un solo dibujo a mano alzada de la Plaza Tolsá, sirve de contrapunto técnico.


   

En la segunda sala se encuentran los collages fotográficos de Miguel Morales, “La prioridad del concreto”, unos tableros de nueve fotografías aéreas que retratan la colonización de la tierra mercantilizada, las parcelas que reparten el derecho de todos en propiedad de algunos. Lo mismo da si estos paraísos de concreto son creación de inmobiliarias, que del desmadrado ánimo de sobrevivencia de los desplazados del centro a las periferias. A vuelo de pájaro, se aprecia muy bien la depredación inútil de estos complejos, y el daño ecológico que la necesidad de expansión produce a las tierras de cultivo y a sus mismos habitantes, pues la ilusión de tener los abisma en un territorio yermo que no acaba de satisfacer las necesidades de sustentabilidad. A ras de piso, yace la estructura “cimbra”, de Romo, bifurcando el camino de los paseantes a izquierda y derecha con esa cuchilla posible.

   

Hacia el fondo, rodeado de piezas de Sebastián que rompen absolutamente el discurso estético de estos tres artistas plásticos, corre el video donde continúa “la prioridad del concreto”, en la que se ve en movimiento, desde un helicóptero, la animación de lo que nos anticiparon las fotos.
Entre una sala y otra ya deambulan caras conocidas. Esta muestra ha logrado atraer el interés de artistas, colegas de generación, estudiosos del fenómeno contemporáneo, críticos, curiosos, criticones, amigos, periodistas solidarios con la difusión y comprometidos con la labor cultural que tanta falta hace que se vuelva cotidiana y fuente de reflexión en esta sociedad acrítica, dominada por los medios al servicio de la ignorancia.

    

A la voz de “amigos, pido su atención, por favor…” toma la palabra la señora Alma Guevara, secretaria de Sebastián desde hace treinta años, para darnos la bienvenida y disculpar al maestro anfitrión, que habíamos visto momentos antes, pero que no pudo estar para la inauguración. Le sigue Romo, quien había cambiado ya su atuendo por un elegante traje color hueso, para agradecer la presencia de los asistentes, después Caamaño, que porta unos elegantes lentes obscuros, tipo Matrix, y finalmente, Héctor Murrieta, que explica la dinámica que se seguirá en breve, para presentar su música en este contexto plástico. Morales ha salido de cuadro, pues sabemos que a él no le atraen los reflectores.

   
Foto Mara Arteaga.
En un un ángulo del salón, justo entre el óleo del Edificio Balmori y el Hotel Reforma, ya está dispuesto el equipo musical de Murrieta, quien seguro de que ha llegado suficiente público, y se ha dado al menos una vuelta por todo el espacio, brindando con su tinto, blanco o refresco, comienza la interpretación de su guitarra eléctrica con piezas de Jacob TV, Elliot Sharp, Tristan Murail, Alex Shapiro, y de él mismo, al tiempo que se apagan las luces del lugar para proyectar imágenes sincronizadas, sobre el muro poniente, subrayado por los óleos de Caamaño.
    

A este punto del evento la música de Murrieta amalgama la solidez y elegancia de las piezas de Romo, la contemplación de las esquinas, los puentes y cruceros de Caamaño, y el vértigo depredador de la denuncia de Morales. A media luz se distinguen las siluetas de Carlos Jaurena Ross, artista plástico; Claudia López Vargas, co-directora de Arte Duro; Carlos Bustamante, director de la revista Cronopio, donde se publicó la entrevista a los autores; Federico Aguilar, Médico Veterinario; Daniel Castaño, Ingeniero B.Q. Elizabeth Hernández, Neuroinvestigadora; Gabriel Romo, productor audiovisual; Gabriel y María José Machado, Galeristas; René Freire, pintor;  
   

Alice Gómez, comunicóloga, y su hija Karen, estudiante de Arquitectura; Antonio Espinoza, crítico; Rodrigo Ayala, pintor; Cecilia Rodarte, fotógrafa; Serioshka Hellmund y Tessy Pinelo Nava; Ariane Fernández, Dora Hagerman, coreógrafa; Consuelo Serrano, Carlos Santos Coy, 
   
Manuel Zavala Alonso, Director de Artes e Historia México; Andrea Aymes de la CuevaIris Atma, performance; Javier Saavedra Valdés, pintor; Liliana Ede, Eugenia Chellet, artista plástica; Débora Lewinson, artista; Rosa Aurora Garzagonzalez Vélez; Miguel Ángel Gadner, pintor; Salomón Cohen, Director de arte; Carmina Canavino, cantante; Hugo Rosell de Café Sur; Enrique Yezik, artista plástico; Miguel Murguía, artista; Francisco Paz Cervantes, pintor; JerryBoy DevarsErnesto Álvarez, escultor; Gerardo Marañon,  Alfonso Villarreal, Galerista; Artemio MoralesAmitla Cuacuas, artista plástico; Lourdes Ortiz, Tatiana Zapata, Juan M R, Martha Emilia Lozano Moreno
     

Miguel Ángel Garrido, pintor; Ricardo, Marco, Alfredo y Gerardo Herrera;  Alfredo Mc Kelligan, Relaciones Públicas, Cronopio; Haydeé Hernández y sus hijos Soemi y Víctor Rubén; Alicia Echegaray, Eduardo Recendis, Brenda Estrada Acosta, Jefa de Arte y Diseño, Cronopio; Sergio Carlos Martínez Díaz, promotor cultural; Fátima Sanders, Emilia y Fiona Romo, Emma y Bruno; 
   
Carlos Morales, amigos y familiares de los expositores, que asistieron a este evento para constatar las propuestas más recientes de estos cuatro autores, que han construido una trayectoria sólida, comprometida y elocuente, y que hoy entrelazan sus voces para hacer una reflexión en torno a nuestro medio ambiente más próximo.
   

La exposición seguirá abierta hasta el 28 de agosto, y se pueden concertar visitas guiadas con los autores. Además, para quienes no tuvieron oportunidad de asistir este jueves, habrá un brindis de clausura. Manténganse informados.

Para leer el texto de presentación ir a Ciudad desnuda.




José Manuel Ruiz Regil
Analista cultural
Arte Duro Gallery Curators & Dealers.

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