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martes, 29 de julio de 2014

1er. Coloquio Iberoamericano de Crítica de Arte (Museo del Palacio de Bellas Artes)



Disiento totalmente de lo que usted dice, pero daría la vida por defender el derecho que tiene de decirlo”. Voltaire.

A las diez de la mañana del 17 de julio de 2014 se abrió la mítica puerta de la sala Manuel M. Ponce en el Palacio de Bellas Artes para dejar entrar a los asistentes del coloquio al segundo día de encuentro, en esta ocasión para reflexionar sobre la relación entre la teoría y la práctica crítica.

En el estrado una figura menuda de un hombre entrecano vestido con una chamarra negra de cuero y pantalón de casimir gris daba los últimos ajustes a la presentación que estaba por iniciar. La conferencia magistral La crítica como legitimidad y disidencia, del Dr. Nestor García Cancilini, profesor distinguido en la universidad Autónoma Metropolitana de México e investigador Emérito del Sistema Nacional de Investigadores de México. Autor de libros como Culturas híbridas. Estrategias para entrar y salir de la modernidad. Consumidores y ciudadanos, La globalización imaginada y Diferentes, desiguales y desconectados: mapas de la interculturalidad. 

La experiencia, el temple y la certeza de que por más que se sepa, el vertiginoso ritmo del mundo nos arrebatará nuestras breves seguridades; la estructura clara de sus ideas y el lenguaje científicamente elegante hizo de su ponencia una obra de arte en sí misma –sin eufemismo.

Dentro de las muchas ideas que compartió me identifiqué mucho con el resultado de un estudio que mencionó en el que se aprendió que un gran porcentaje de jóvenes profesionistas con formación en arte tienen que trabajar como freelance haciendo diversos proyectos en diseño, publicidad o cine, dedicando mucho más tiempo a buscar estas oportunidades de sustento que a desarrollar su obra creativa, lo que relega su vocación principal a la categoría de hobbie; realidad que es importantísimo transformar cuanto antes.

Sería muy pretencioso de mi parte presumir haberme apoderado de alguna idea concreta en medio de ese maremágnum teórico y deliciosamente estético que nos obsequió esa mañana, pero sí rescato la sensación de que en el fondo de su discurso había una invitación a la tolerancia de expresiones, al estudio y a la mediación, conscientes de que la labor de la crítica no es aprobar o desaprobar una propuesta, sino integrarla como parte del gran todo que favorece el entendimiento de un momento humano. 

García Canclini por Santiago Espinosa de los Monteros.

Casi al final de su participación, y quizás, motivado por algunos comentarios del público, mencionó su reciente enfoque antropológico sobre la estética de la inminencia, aunque no le dio mucho peso, pues no era el tema de su conferencia. Sin embargo, me parece que en esta aportación contemporánea, está la clave para la co-existencia de múltiples actores y acciones dentro del panorama cultural.

Al término de esta conferencia magistral el Museo Palacio de Bellas Artes nos invitó a salir al balcón oriental del edificio para hace un Coffee break, favorecidos por una mañana clara y calurosa que revelaba un vibrante edificio de correos bajo un cielo azul claro. Privilegios del D.F. Ahí nos encontramos, nos reconocimos e intercambiamos algunas observaciones sobre el evento Claudia López Vargas, de Arte Duro, Antonio Espinosa, Crítico de Arte, Ingrid Suckaer, Crítica de arte, Casa Maha, Centro Cultural, Verónica Gómez, Coordinadora de Prensa de Bellas Artes y otros compañeros y colegas.

Volvimos a la sala para escuchar la ponencia de Joan Peiró, Matar al mensajero (la obra es el mensaje) en la que a partir de una reflexión sobre la respuesta emocional del espectador o consumidor ante el aparato que contribuye a producir y distribuir una obra de arte, el Doctor en Bellas Artes y Catedrático de Pintura y Entorno en la Facultad de Beles Arts San Carles en la Unviersitat politécnica de Valencia nos invita a hacer el ejercicio de enfrentar la obra cara a cara, desnuda de los valores agregados que le da su paso por un medio legitimador como podría ser el texto curatorial, el museo, el aparato de promoción; y lanzarnos a la experiencia estética aún con todas nuestras limitaciones pero con toda la carga de la experiencia personal.…

Habló también de que el arte ha dejado las calles y ha regresado a lugares privados (colecciones) donde no está al alcance del público, y que lo que ha tomado las calles ha sido el diseño (la publicidad). Polémica visión, y más en la forma llana en que fue dicha, pues esta declaración suscitó fuertes diferencias de opiniones en los participantes a la mesa de debate que precedió a su ponencia. Pero no sólo fue esto, sino que más adelante se refirió a la emoción como el tercer componente del arte (forma, concepto y emoción), lo cual parecía cien por ciento congruente con su discurso humanista integrador, también muy de la mano con los conceptos que había expresado Canclini; quizás no con la elegancia y filo de su antecesor, pero sí con transparencia. Esa que le permite aseverar que la técnica del arte se encuentra en la personalidad del artista. Y eso no se puede enseñar. Quien esté cerca del proceso creador le dará la razón. Pero eso justamente es lo que permitió al público disfrutar de algo así como un cuadro figurativo realista después de un abstracto minimalista. El caso es que en el oxímoron que plantea el título de su conferencia está el secreto de su tesis. “Matar al mensajero” es la actitud que nos propone para salir de la trampa del pequeño barrio que la industria cultural ha creado dentro de esta aldea predicha por Mc Luhan, en la que las afinidades, intereses y orígenes de ciertos grupos niegan y combaten las afinidades de ciertos otros, y desgraciadamente esto fue lo que vimos en escena ante la crítica a este texto tan honesto que en resumen lo único que nos quería decir es que “la obra es el mensaje”.

Joan Peiró, Luis Rius, Maité Garbayo, Magali Tercero y M. Minera
Para continuar con la reflexión subieron a la mesa de ponentes Maité Garbayo, Luis Rius Caso y Magali Tercero. -¡Ah!, se insertó por ahí también María Minera, quien no pudo llegar el día anterior al Museo de San Carlos para participar en la mesa a la  que se le había invitado pero, ¿por qué no colarse ahora?-.

En seguida tomó la estafeta de la palabra el investigador, curador y crítico, premio 2007 de investigación del INBA sobre historiografía del arte y la historia de las ideas estéticas y artísticas en México, Luis Rius, y en un ánimo de generosidad con el público lego, a reserva de ser criticado por sus colegas y perder su atención hizo un recuento historiográfico de la crítica en México, lo cual fue un viaje delicioso por las calles de la memoria y las publicaciones que permitió contextualizar en tiempo y espacio el ejercicio de reflexivo que estábamos llevando a cabo de manera colectiva. También muy en el espíritu humanista y didáctico de tratar de acercar a un público más amplio y a los jóvenes a quienes en especial se dirigió este coloquio, los antecedentes de una disciplina que está por abrirles los brazos.

Al tomar la palabra Maité Garbayo, Investigadora y crítica de arte, Maestra en historia del Arte por la UNAM y Doctora en Historia del Arte por la Universidad del País Vasco, especialista en teoría crítica feminista y prácticas de performance, quien ha hecho una tesis donde explora la aparición del cuerpo en el performance durante el tardofranquismo, y ha declarado que entiende la crítica, principalmente, a partir de un cuestionamiento formal de la misma.  Promete, entonces, una ponencia sumamente interesante, pero expone una confusión con respecto al tiempo del que dispone al micrófono. Esta situación se presentó en varios de los invitados extranjeros. Y aprovecho para sugerir que en lo sucesivo se defina muy bien cuáles son las diferencias entre conferencia magistral, ponencia y mesa de debate, pues varios de los expositores aprovecharon la oportunidad del foro para dictar conferencias magistrales más que para debatir ideas o favorecer el diálogo y el intercambio de opiniones con la audiencia y entre colegas, lo que supone un coloquio.

Así es que luego de exponer su dilema decidió solamente compartir un texto como crítico a partir de la escritura donde la escritura misma es objeto de estudio. Un texto que prometía mucho, pero que a mi gusto no alcanzó lo literario que el ejercicio exigía y se quedó en un ensayo que arrastra muchas de las inercias teóricas que no lograron sublimarse en la creación. En él hablaba del cuerpo y del deseo como una pulsión existencial, o al menos eso me pareció a mí escuchar. Sin embargo, al término de su lectura atajó a Peiró en cuanto al componente emotivo del arte y se deslindó de toda significación afectiva e incluso del cuerpo como biología, para que no se malinterpretara su texto, y precisó que lo nombraba en términos de frontera. Creo que fue aquí donde se rompió la construcción de un diálogo que hubiera sido muy productivo para el coloquio.

La participación estroboscópica de María Minera salpimentó la discusión generando cierta escisión teórica entre los panelistas, pues en medio de sus manoteos y sus interjecciones logré entender que estaba totalmente en desacuerdo con la idea de ir a “sentir la obra”, de “buscar belleza”, de “explorar la emoción”, como sugería Peiró y confirmaba Rius, como si estas búsquedas fueran hoy decadentes e inoperantes y la primacía teórica y fidelidad a los más recientes convenciones intelectuales se hubiera convertido en un Super Yo que rigiera su actuar, y fueran defensoras de un nuevo index cuya sola mención provocara la excomunión del reino de los sabios. Es más, así lo dijo: “Cuando escribo me desdoblo. Leo lo que hago y digo ¿quién es ese ser horrible que escribe estas cosas? Yo no escribo para compartir mis gustos ni mis sentimientos, ni para buscar belleza”. ¿Ah, no? ¿Entonces qué valor tiene la escritura sino la maravillosa subjetividad? –digo yo; ¿o acaso el ejercicio de la escritura y de la crítica se ha vuelto un medio para la propaganda de las ideologías de moda, más allá del proceso de creación, de conocimiento del individuo? Eso déjenselo a los publicistas que tienen que escribir como si fueran barra de jabón (Conozco a esos plebeyos, soy uno de ellos. J.M. Serrat).


Magali Tercero, periodista y cronista de temas sociales y de arte, fungió como moderadora de la mesa, compartiendo en este momento álgido de la mesa la definición de lector de críticas que hace el querido Jorge Ibarguengoitia en una de sus Autopsias rápidas, editado por Vuelta. Y como tengo el libro a la mano lo citaré textual: “Dije que los lectores se pueden clasificar, grosso modo, en los que leen críticas para no tener que ver las obras, los que leen la crítica y creen que ya vieron la obra, los que citan críticas para hacer creer que conocen las obras, los que creen que todas las opiniones que no coinciden con la suya están equivocadas, y por último, los que no leen críticas, saben que no saben nada, y creen que eso es una virtud”. Creo que a esta altura del coloquio nos dimos cuenta de que todos los asistentes estábamos representados en esta cita.
En el limitado tiempo de preguntas y respuestas que se le dio al público, en comparación a la gran necesidad que percibí de expresar ideas, tomó la voz el historiador Antonio Espinosa, quien había participado el día anterior en una mesa de debate, y dijo que él se asumía como un ser emocional. No sé si lo hizo como una provocación o como una defensa honesta de su lado femenino, pues a partir de ahí se desató la guerra de sexos. Maité Garbayo le contestó en un tono irónico que celebraba su emotividad, y ya en una actitud que rebasó la cortesía que un invitado que se confiesa inhibido por la importancia del recinto en que se encuentra le debe a un escucha, le respondió al crítico mexicano que también le habría venido bien leer los últimos textos sobre teoría del arte. La acotación de una voz femenina en la audiencia precisó que los discursos de Peiro y Rius obviamente venían desde una plataforma masculina heterosexual y que “eran de la guerra pasada”. Este comentario agresivo encendió los ánimos que se enfrascaron en los anti-valores de género que hoy todavía no nos ayudan a conformar un individuo integral, sino que fomentan el revanchismo entre hombres y  machos -o entre el mujerismo y hombres, como se oyó entre butacas.-

Esta fricción que hubiera podido ser muy positiva para el ejercicio del debate y la disensión no prosperó pues parece que todavía somos muy torpes para expresar nuestras ideas y defender sin agredir al otro. Como he dicho en otras ocasiones, estas son las oportunidades de hacer política civil, y las dejamos pasar. Nada de lo que habíamos escuchado tan amablemente en la mañana, ni la voluntad de comunión a la que convocaba el coloquio iba a lograrse si no salíamos, justamente, de esa absurda competencia violenta que, raro, inició del lado femenino de la mesa, cuyas representantes ridiculizaron la postura sensible de los hombres -qué ironía- y defendían el exacerbado raciocinio femenino, al grado de la anestesia. Pero bastó la palabra sabia de la experiencia de Estrella de Diego, ponente también del día anterior, quien puso una moción de orden diciendo a sus compañeras algo que no cito textual, pero que se parece a esto: “Hombre, si a lo largo de la historia nos han endilgado el papel de tontas, sensibleras e histéricas, al menos sintamos algo. Si ni eso tenemos…” Aplauso del público.

Yo comenté que no parecía estar en un coloquio sino en un mono-loquio pues la convergencia de voces brillaba por su ausencia y sí se confirmaba la disputa de grupos y escuelas con una actitud muy agresiva que reaccionaba a términos como belleza, sublime, emoción o sentimiento, inspiración  o infinito como si fueran puercoespines que no se pudieran tocar; la misma actitud del nuevo rico al que le ofende que su vecino no tenga el auto último modelo como él, y lo desprecia.

Durante mi intervención fui interrumpido por Minera con un desplante irónico que pretendía invalidar mi observación, así como la de varios a mi alrededor que la compartían. Su “Bienvenido al mundo” fue seguido de “Aquí nadie está enojado”. Pero el lenguaje corporal no miente. Tanto ella, encendida y manoteando, como Maité, cuya contención puso en riesgo de fractura alguna de sus piezas dentales, contrastaban con la serenidad de Magali, quien trataba de conciliar las posiciones de una manera amable.

Siempre pensé que a mayores oportunidades en la vida, más generosidad habría que tener con los demás, compartiendo lo recibido, pero la tiranía con que se defiende el conocimiento adquirido y los lugares de poder alcanzados a través de quién sabe cuántos intríngulis no refleja eso ni de lejos.  Finalmente, la profecía que evidenció Peiró en su ponencia al hablar de los barrios de la aldea McLuhiana estaba operando con rabia. Fanáticos de las últimas tendencias críticas fascinados por eufemismos como desplazamiento, territorio, corporeidad, enunciación y otros actores despreciaban las raíces de su hipsteriana existencia.

Pilar Villela y panelistas menciconados
Por la tarde se relajaron los humores y escuchamos el tono fluido del pensamiento y la investigación profusa de Pilar Villela, Licenciada en artes visuales, quien ha organizado algunos encuentros académicos y exposiciones enfocados en atender los vínculos que hay entre el arte, la economía y la política. Su ponencia “Hacer visible” responde a las preguntas propuestas por el coloquio ¿Hasta qué punto la labor del crítico y el curador se intersectan, crean alianzas o producen un conflicto de intereses entre sí, en relación con el público o con la institución museal?; Suponiendo que el crítico es el Ombudsman que defiende al público de los excesos de la curaduría, o el artista, ¿podría decirse que el curador es el abogado del artista, es su mano derecha, quien describe la intención del artista?; Cuando el papel del crítico y el curador caen en la misma persona ¿existe un conflicto de intereses?; ¿Cómo establecer una línea divisoria entre curaduría crítica y crítica de arte?; ¿Puede el crítico asimilar las funciones de curador usando su subjetividad como medio para leer la obra y el dispositivo de exhibición?; ¿Es válido que el crítico visite el taller del artista como lo hace el curador, que reciba información privilegiada a priori, información que no está al alcance del público?

Lo primero que aborda Villela es que hoy más que nunca en la historia se escribe crítica, pero se lee menos; que dentro de las muchas subcategorías artísticas que existen se encuentra la crítica hecha por artistas. Su exposición tomó como punto de partida un artículo de Mónica Amieva publicado en la revista Código del 25 de noviembre de 2013 titulado El peligroso silencio de la crítica de arte en México, en el que distingue la crítica ilustrada de la crítica romántica, y trata de dar una respuesta a la emergente visibilidad de una pseudo-crítica que ha encontrado eco en las redes sociales y es acogida por un grupo cada vez más amplio de lectores poco exigentes, a los que satisface a través de impactos sociales más que con argumentos críticos.

Basándose en las alusiones de Amieva, Villela supone que aquella crítica anónima que circula a través de blogs y otros resonadores tiene que ver con los pronunciamientos de actores como Avelina Lesper o Mariana Aguirre y Javier Pulido (Kurizambutto), o la página de Memes artísticos a los que atribuye su éxito o popularidad a que “están basados en la descalificación a priori, con argumentos pobres, infundados y tautológicos, donde lo importante es el efecto del insulto, la sensación de osadía, el atreverse a criticar al poderoso; de nombrar individuos e instituciones más que a las obras mismas; de desdeñar el análisis y promover una lógica de pertenencia y exclusión donde definen claramente un agredido y un agresor, dándole al público la oportunidad de estar del lado del agresor; donde los motivos de escarnio más repetidos en ambos casos son el fraude (el traje nuevo del emperador), la falta de originalidad y una oposición a una conjura de las cúpulas de poder socioeconómico.

Pero dejémoslo aquí para mencionar otro de los interesantísimos puntos que trajo a cuento esta ponencia: el valor del arte y de los subproductos que de él emanan como parte de los activos intangibles que una corporación puede capitalizar. Un tema que a todos nos interesa y del que tendríamos que estar más enterados. Por lo pronto Villela asimiló la dinámica de escalafones en la academia similar a la autopromoción que el freelance tiene que hacer de sí mismo para promover su trabajo y generar valor, capital político.

Al término de esta ponencia subieron a la mesa Santiago Espinosa de los Monteros, curador y co-director del coloquio, quien fungió de moderador; José Antonio Rodríguez, crítico y curador dedicado a la fotografía, quien anunció que se retiraría luego de su participación, pues en breve se presentaría su nueva revista de fotografía; Gustavo Ortiz, Maestro en artes plásticas de la Universidad Nacional de Colombia, Maestro en Museología y Patrimonio por la Universidad de Valladolid y Director del Museo de Arte Contemporáneo de Bogotá;  y Chris Sharp, Escritor y curador independiente, editor de la revista Kaleidoscope, para dar réplica a la ponencia de Villela.

La importancia de definir el rol que uno juega dentro de la dinámica de un evento de esta naturaleza tiene que ver con lo que le pasó a José Antonio Rodríguez, quien además de avisarnos de que se iba, por lo que tomó la palabra en primer lugar, hizo un recuento autobiográfico desde los años sesenta que hubiera culminado en la experiencia de la redacción de la misma ponencia que leía si no es porque Santiago, con cierta diplomacia humorosa le sugiere dar oportunidad a los otros ponentes para luego volver con él. De esta forma Chris Sharp pudo expresar su inquietud acerca del concepto creación de conocimiento que expresó Villela en su ponencia, para llegar a la conclusión de que las connotaciones que la frase tiene en inglés y en español sugieren significados muy distintos. Sharp decía que aquello le sonaba muy materialista, cuando todos sabemos que el término en español apunta hacia resultados más abstractos e intangibles.

Para abrir la sesión de preguntas y respuestas del público José Manuel Springer, curador y co-director también del evento insistió con José Antonio sobre el trabajo del exotismo en la fotografía mexicana como una exigencia del mercado, a lo que el crítico respondió con la experiencia de que el estereotipo del paisaje mexicano es una demanda en el extranjero, pero que hay una muy buena propuesta de una mirada renovada, lejos de esos clichés comerciales en fotógrafos nacidos en los noventas, y que hay que voltear a ver.


Desde esta plataforma y con ánimo de comunidad, Arte DuroCurators & Dealers, los publicistas de la cultura (Claudia LópezVargas y José Manuel Ruiz Regil) proponemos  la creación de un sitio web en el que puedan confluir las críticas ilustradas, las románticas, las pseudo-críticas, las opiniones, los comentarios, las reseñas, los anuncios de todos los actores que conforman el medio cultural para que el público lector tenga un panorama comparativo de voces y estilos. Sería interesante recoger los textos que se hacen sobre una exposición determinada o sobre un evento cultural y acercarse en un solo sitio a las diferentes lecturas críticas que de él se hagan. Interesados en sumarse a esta iniciativa comuníquense por correo.



José Manuel Ruiz Regil
Analista cultural
Arte Duro Curators & Dealers

1 comentario:

juan cu dijo...

Sr. crítico José Manuel Ruíz Regil de Arte Duro Curators Dealers, gracias por compartir su experiencia como público asistente pero activo (que hace uso de su derecho como escucha a ejercer también la palabra ante la opinión crítica de los invitatados internacionales de igual a igual, público y conferencistas), y además ofrecernos para los que no pudimos asistir, un panorama de lo sucedido en este primer Coloquio Iberoamericano. de Crítica de Arte. (Museo del Palacio de Bellas Artes) Leímos con agrado su artículo sobre las diferentes opiniones de los críticos invitados del Coloquio Iberoamericano de Crítica de Arte, que no son distintas, en general, a las opiniones que en el pasado histórico -- recuerdo por ejemplo las opiniones de Charles Baudelaire (Salon 1845-1849 Curiosités Esthétiques) al mismo tiempo el Sr. Théophile Thoré en Salon de 1845, escribe no sin antes dirigir unas palabras críticas previas a la visión del Sr. Pierre-Jean de Beranger del referido Salon de 1845. Beranger, poeta muy influyente en la Francia naciente de los poetas simbolistas. También, y desde los diferentes congresos que sobre el arte informan, así como simpósios, seminarios, etc., en el pasado reciente, y que intentan, estos encuentros, en su búsqueda asir el pensamiento de la creación artística del hombre (teoría, tesis) con su comlemento y largura natural, la praxis (la práctica, la destreza) nacida ésta del fruto del trabajo que de sus manos emanan en obediencia al pensamiento que las conduce, fondo y forma. Lo que habría, primeramente, para ponerse "de-acuerdo" en algo, entre tanta confusión, de carácteres, y puntos de vista subjetivos, especializados, gruesamente racionalistas, sería vislumbrar acerca de las las relaciones que existen entre la obra de arte escrita y la obra de arte pictórica a lo largo de la historia y el arte en el mundo. Ësto para que se vaya intentando aclarar al menos sus relaciones más evidentes que funcionan entre sí de la manera más adecuada, natural, orgánica. Más se pediría a los críticos de arte por la claridad de los términos comunes para el lenguaje conque se describe y escribe para el público general y culto, y menos, si es posible, la profundidad del lenguaje en la división de las categorías infinitas y cuantitativas, que la crítica moderna ha establecido creyendo que han superado las modestas pero contundentes categorías de Aristóteles (véase Aristóteles, Tratados de Lógica (el organon) en la edición de Porrúa colección "sepan cuantos" ) ...Continuará. Juan Cu