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jueves, 1 de noviembre de 2012

Una luz, por José Manuel Ruiz Regil



Al fondo del túnel el chorro tembloroso de luz amenazaba interrumpir la expedición. Veinte largos días de agonía y años extenuantes de trabajo mal pagado para juntar la suma que los haría brincar al otro lado de la vida.
 –¡Shtt! ¡Cállate, cabrón! Las respiraciones forzadas, los alientos avinagrados, el sofoco de la carrera hasta este escondite los ponían a prueba. -Nos tienen atrapados en este agujero. Podrían ahogarnos o simplemente soltar a los perros y dejar que se den el gusto. -¡Que te cayes, imbécil! ¡Shtt! ¡Shtt! El coyote tapó la boca de Jonás al oír que, sobre la carretera en su cabeza se acercaba la camioneta de la migra. Su percepción se comprobó con el cambio de la luz blanca a la intermitente rojiazul de las torretas fronterizas. -¡Shtt!

Suelas en el asfalto, pezuñas rasgan la adrenalina, rechinar de cueros, metales, cadenas, intercambio de palabras, olfateos, agitación. El megáfono advierte: “¡Sabemous que están ahí! ¡Get back! ¡Más vale que se entreguen! ¡Regresen! ¡Traemous comida! ¡There are snakes! ¡Vuelvan a casa! ¡Go home! ¡It´s dangerous! ¡Es peligrouso! ¡Think about your children and your wives!

Pinche gringo pendejo, si supiera que por ellos estamos aquí. ¡Pum¡ ¡Pum! ¡Pum! Tres ráfagas al aire. Tres advertencias más. Tres oportunidades más para seguir muriendo de este lado. No doy paso atrás. Ellos confían en mí. Allá me espera un mundo mejor. Lo sé. No puedo volver. Acá no queda nada, sólo hambre y muerte, pensaba Anselmo apretando fuertemente los labios para que no se le fuera a escapar uno sólo de sus pensamientos; una sola de sus ilusiones que le daban fuerza; ni uno sólo de sus anhelos por construir un mejor futuro para su familia.

¡Ahora! –gritó el guía-. A gatas empezaron a salir del túnel. Deslumbrados por la luz enceguecedora, pero todavía confiados. El eco del roce de las mochilas casi vacías, y la ropa, y los pequeños quejidos, resonaban dentro del cilindro de argamasa, como si de almas penitentes en el limbo se tratara. -¡Súbanse a los levantones! –ordenó-. Como un sólo cuerpo llenaron los Pick ups. Agazapados vieron cómo se alejaban de aquel agujero a gran velocidad, tan sólo para recorrer unos cuantos metros antes de recibir la siguiente instrucción. ¡Córranle! Bajar de un salto y buscar entre los matorrales una sombra, un tronco, unas piedras dónde guarecerse, ahuecando la tierra para hacer un lugar seguro; taparse la cabeza con las hojas, hacerse ovillo, confundir al próximo rondín.

La boca seca, la vista confundida, el hambre hecha nudos en la panza. Las manos son piedras llenas de costras y de callos, los pies cansados resisten las ampollas, la humedad, el sudor cansado de los días. Nos habían dicho que era el infierno. Pero se quedaron cortos. Otra vez, la vibración sobre el asfalto, aumenta, chirría, y se hace luz que baña el campo, revela las ausencias, ahoga el aliento traicionero. Aguántate la respiración. No te muevas. Chin. Ya nos vieron. Sentir por un instante que todo se ha perdido, que valiste madres, que se fue a la mierda tu esfuerzo. Ver desteñirse la posibilidad, el sueño cultivado en tantas noches despierto, la respuesta comunitaria al olvido, la discriminación, la indiferencia.

¡Sabemous que están ahí! ¡Vamous a disparar! ¡Entréguense! ¡No importa si hay mujeres o niños! ¡Salgan ya! Get out of there, fucking mojadous!

Atrás el negro abismo de Ixmiquilpan y su tragedia anciana y la desolación. Delante un relumbrón de oportunidades. Habrá que pasar, primero desapercibidos para después hacerse notar; borrarse el rostro para renacer con nueva perspectiva; sumarse a los trabajos forzados, a las limitaciones autoimpuestas, al ahorro de dólares para volver a su tierra, a rescatar a la Patria luego de partirse el lomo en construcciones y maquilas. Habrá que adoptar la identidad de sospechoso, ser delincuente a plena luz, llamarse Juan Sin nombre, para no extrañar; esquivar la mirada, esconderse tras la gorra, la ropa abultada, los zapatos de goma prestos a la huida; habrá que inventar un lenguaje secreto,  aprender el del verdugo. Todo vale la pena por alcanzar esa luz que está más allá de la frontera.

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