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martes, 15 de noviembre de 2011

Un blues para cruz Por José Manuel Ruiz Regil



“Cuán desnutridos los cielos para los pájaros de la soledad” José Cruz

Como pidió León Felipe: “Deshaced ese verso./ Quitadle los caireles y la rima,/ el metro,/la cadencia/y hasta la idea misma.// Aventad las palabras,/y si después queda algo todavía/ eso/ será la poesía.  Fiel a la lección del poeta, José Cruz canta a la noche, a la pasión, al dolor, la soledad, al desamparo, la ciudad, consciente de que –citando de nuevo al maestro del exilio- “de aquí no se va nadie… ni el místico ni el suicida”. Antes hay que deshacer este entuerto./Antes hay que resolver este enigma.

De los textos del alcohol es un retrato al rojo-vino de las emociones; versos desnudos que resplandecen por la tensión de su verdad. Reporte crudo del sentimiento, sin arreglos ni florituras que distraigan el instante. Cada poema es alma descarnada que el autor confía será bebida en la alta voz de la lectura noctámbula, y que al hacerlo, como un mago cabalista, el lector, ira creando realidades al nombrarlas una y otra vez, en un delirium de palabras que son ojos. Ojos que son sexo. Sexo que llora de hastío y sus lágrimas humedecen la memoria, crean un presente lleno de olvido.

Con un trasfondo reticular en blanco y negro, donde la práctica de la melancolía (“ando de luto solo por el gusto de beber café”) es un embuste para no perder la paz y no dar por hecho la felicidad, para que no se vaya; el maestro la cubre, como ave domesticada, con su manto de hiel urbana, bajo la luz de una luna ebria. Sus versos son, como el lo dice: pájaros de la soledad a los que no les basta la inmensidad del aire para volar.

Guardián del sueño, velador del azulado aliento que se gesta en la vigilia nocturna, a la espera de la escala menor que baja del cielo, y cuyos andamios sólo puede sostener quien está armado de luz por dentro; quien está dispuesto a morir en el resplandor del relámpago.  Por eso sobrevive, cada blues más cargado, más eléctrico, aunque a veces no sepa qué decir, y saque a beber al perico, o experimente la amarga hermosura de mirar las palabras-góndolas hundirse*.

Solo de armónica

Mujer nube/
paz líquida/
heraldo macabro sobre el manto de la soledad.
Arrecife de púas los días/
huesos sonoros sobre el diapasón/.
De los textos del alcohol bebo naufragios/
Ahogando el azul que me mantiene en pie.


 *Referencia al poema Qué decir.
http://josecruzelreal.com/de-los-textos-del-alcohol/

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