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lunes, 26 de enero de 2015

Un paraguas de luz para Lluvia de Sombras


Cartel promocional

Bajo la premisa de que “en esta vida todo se paga… o se intercambia”, Bea Carmina, dramaturga, directora y actriz mexicana, nos entrega ahora Lluvia de sombras, una indagación sobre la naturaleza oscura de las motivaciones que llevan a los individuos a la abyección y el crimen como vía de liberación y reafirmación de su existencia, en una Pieza (tragedia moderna) escalofriante por la crudeza de sus acciones y la revelación de sus diálogos.

Bea Carmina es autora de La Aguja del Iceberg (The Tip of the Iceberg) representada en el Lark Play Development Center, Nueva York y en el Alcyone Festival, en el Greenhouse Theatre de Chicago. Fue becaria de IMCINE por su guión cinematográfico El Grito de la Señora Legaspi, y por el Banco Cinematográfico de Guiones por Tras el Oro y el Moro, El Espíritu de Elena y El Brujo. Becaria del FONCA y ganadora del certamen Iberescena por su proyecto dramatúrgico En el Laberinto. Directora de las obras Masa, la mujer del pueblo y Alta y Sobajada Señora. Actriz de A Puerta Cerrada, de Jean Paul Sartre,(teatro), Mictlán e Hijas de su madre, las Buenrostro (cine); y de Lunes Teatro, Canasta de Cuentos Mexicanos, y la Casa del Naranjo (televisión), por lo que su experiencia en abordar los temas que se encuentran detrás del velo de lo evidente es ya un oficio depurado.

Quien busque en el teatro un entretenimiento facilón, un pretexto para desconectarse de los problemas cotidianos y relajarse como si estuviera en la sala de su casa viendo la televisión, no vaya a ver Lluvia de sombras, a menos de que sea tan masoquista y perverso, que le divierta asomarse a una realidad oscura, violenta y dolorosa, que transcurre todos los días detrás de más puertas de las que se imagina, y un día, sin previo aviso, se instalará en el seno de su casa. Pero si cuenta con ese mínimo morbo, se topará, entonces, con una pequeña comunidad que refleja la miseria en que el deshilachado tejido social, que todavía soporta las existencias de las clases más oprimidas por la desigualdad en este país y en todos aquellos donde la lucha diaria por satisfacer las necesidades básicas ha desmembrado el núcleo familiar, tiene sumidos a muchos de los adultos de mediana edad, presas de la ignorancia y el resentimiento; ahogados en sus delirios de grandeza fatua, envueltos en sus apegos y dependencias, y que, sin embargo, buscan algún resquicio de salvación, una luz en el camino que les otorgue la ilusión de redención, pues todo este constructo de poder y dominio que ha concentrado la autora en su guión magistral, es el grito agónico de individuos vulnerados que sólo piden un poco del mucho amor que no tuvieron ni tendrán. 




María (Karla Servín)
Una pareja de secuestradores llega a un momento climático en su relación, cuando en un exceso de ira, Jefté (Héctor Ilanes), mata al bebé que tienen en custodia. Este evento le da a María (Karla Servín) la puntilla para decidir deshacerse de su novio-verdugo-jefe-padre, y pide ayuda a su hermana, Magdalena (Bea Carmina), quien vive enclaustrada en un convento. Pero el entramado de filias, miedos, pasiones, máscaras, castraciones y venganzas que las rodean crean una atmósfera de intensidades donde la violencia, el sexo, la mistificación, la religiosidad sangrante y la dominación llevan la voz cantante. 



Magdalena (Bea Carmina)
La acción comienza cuando se encuentran María y Magdalena en el cuartucho que sirve de escondite a la pareja de maleantes. Las dos comparten un pasado de abusos que no por lejano deja de estar presente en la memoria y en las heridas del cuerpo y del alma. A través de su conversación descubrimos el doloroso rosario de vejaciones físicas y emocionales que ambas sufrieron siendo niñas por parte de sus padres, lo que las orilló a cada una a construir vidas aparentemente antagónicas; una en la prostitución y el crimen, sometida a un padrote con ínfulas de divinidad, y la otra recluida en una congregación religiosa donde no hace nada más que “rezar y hacer galletas”, pero que bien podrían invertirse si es que ambas se desenmascararan. María confiesa a Magdalena que piensa deshacerse de Jefté y quedarse con la fortuna que ha acumulado como líder de la banda, y para ello pide que sea ella quien lo mate, lo cual supone un dilema moral para la monja rezandera, acostumbrada a vivir en la hipocresía y la negación. El guiño bíblico que hace Carmina con el nombre de los personajes sugiere arquetipos que se han repetido a lo largo de la historia de la humanidad, y sería prudente repensarlos. Jefté, Juez de Israel, había sido jefe de una banda de ladrones, y mató a su hija; María, nombre de la madre de Dios, la virgen que se vuelve puta en esta dicotomía en la que el macho mexicano confunde sus pasiones y violenta aquello que le amenaza; y Magdalena, tradicionalmente promovida como prostituta, símbolo del pecado y lo sucio, ironía caracterológica de la autora que da este nombre a la religiosa reprimida, no por ello menos perversa.




Jefté (Héctor Ilanes)
El color y la fluidez de los diálogos, las implicaciones semánticas que conforman las terribles declaraciones de los personajes, y el giro dramático del final contribuyen a lograr una la intensidad narrativa que se desarrolla brillantemente, a través de una muy compleja construcción psicológica, que nos remite a la escuela de teatro de texto, donde la tesis del autor es una dentellada que se da a los problemas más urgentes que aquejan a la sociedad, al tiempo que se hace evidente y se sublima en una composición estética que cimbra la conciencia del espectador.




Bea y Roberto Gutiérrez.

El oficio actoral de los intérpretes exalta esta dramaturgia y lleva al receptor de la obra a involucrarse emocional-intelectualmente con la acción representada. La dirección de Roberto Gutiérrez y el apoyo técnico y artístico de Arturo Romero, contribuyen a la construcción de un espacio verosímil lleno de emociones, donde la catarsis llega en el punto preciso y baña a los asistentes con un rayo de conciencia para mirar de otra manera las propias sombras. A partir de esta experiencia surge la pregunta de si el mal es innato al ser humano o es una respuesta a su medio ambiente. Quizás un atisbo de respuesta esté en la vuelta de tuerca, rompimiento espacio-temporal que propone Carmina como escena final. 



JMRR, Bea Carmina, Karla Servín, Arturo Romero, CLV, Héctor Ilanes
Indignación, temor, morbo, rabia, pena, horror, piedad, son sólo algunas de las emociones que experimentará el público que asista a ver esta obra en la Sala Urgente 1 del Foro Shakespeare (Zamora 7, Col. Condesa) desde el 17 de enero hasta el 21 de marzo de 2015. 


 

Tómese el riesgo de mirarse en el espejo de Lluvia de sombras y construya un paraguas de luz para involucrarse activamente en la reflexión de un tema tan urgente como este, asistiendo a esta obra y exponiendo sus dudas e ideas con el elenco, en el teatro-debate que se realiza al terminar la función.




José Manuel Ruiz Regil.
Analista cultural, Arte Duro Gallery, Curators & Dealers.
Los publicistas de la cultura.

Seminario multidisciplinario de crítica y creación,
pensar para transformar.

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