Adriana Tafoya, poeta y editora de VersodestierrO. |
Da
gusto comentar este libro de José Manuel Ruiz Regil, que recoge —aparte de
críticas sobre otras artes— textos varios que ha escrito para presentar a
poetas que fueron editados por la editorial independiente Verso Destierro, que
se especializa en el género de la poesía, y que es importante hacer mención,
que se invitó a José Manuel a presentarlos porque hay confianza en su análisis
como lector y escritor atento a los detalles, como experto curador que es (pues
la poesía también tiene una curaduría). Así mismo es objetivo al trabajo formal
de los poetas.
Los
textos que ha incluido en este Vario mar
incesante, hablan sobre los poemarios: Cascar
áspero canto, de Bárbara Oaxaca, Cartas
marcadas, letras vencidas, de Juan Carlos Abreu, Neurálgica, de Daniel Carpinteyro y Destrozar las ratas, de Blanca Estela Roth, así como de la obra del
poeta campeón del Torneo de Poesía Adversario
en el cuadrilátero 2007, Mario Dux.
Esta capacidad de José Manuel, lo
hace un escritor singular, con una visión no complaciente, pero tampoco llana
sobre lo que analiza, pues también ocupa un humor negro, cierto sarcasmo o
ironía que le da vida a su postura crítica; digamos que pone la “gota de
veneno” necesaria para no caer en la clásica escritura del reseñista mexicano
que teme hacer observaciones más o menos formales, y esto es tal vez, porque de
niños todo lo que escuchamos de los padres lo experimentamos como si fuera un
“regaño”, cuando en muchas ocasiones eran más bien “críticas” o consejos para
mejorar o aprender a hacer mejor las cosas; algo que no sabíamos o que
torpemente realizábamos.
Se pide mucho que se practique el
oficio de la crítica en México, pero al momento de “la verdad” nadie está
dispuesto ni a escucharla ni a recibirla; y mucho menos a realizarla, pues se
estigmatiza al que la hace, y el “criticado” se ofende o guarda un secreto
rencor que luego ejercerá como venganza al “excluir” al crítico de sus círculos
literarios como un “indeseable”.
Afortunadamente a Ruiz Regil no le
inmuta esto y ejerce libremente su punto de vista; su reflexión. Incluso su
especulación sobre los poetas que lee con escrutinio. Por lo cual no sería atrevido
decir que se puede pensar en José Manuel Ruiz Regil como un futuro excelente
crítico que en su momento pueda estar en la palestra de opinión igual que lo
han estado Gabriel Zaid y Evodio Escalante, o en el presente, Guillermo
Fernández Rentería, Armando González Torres, José Manuel Recillas, Julián
Herbert y Marco Fonz, o en el otro extremo, con una visión mucho más light, Carlos Santibáñez Andonegui, o
los críticos de humor sórdido, como Heriberto Yépez y más oscuro aún, Roberto
Absenti Solaris. Dependerá de la precisión, capacidad de hondura y madurez
crítica que vaya obteniendo Regil, y que sabiendo de su interés y carácter
persistente, se puede asegurar que desarrollará una idea más clara de lo que es
tener una balanza crítica, es decir, hablar tanto de los tropiezos como de las
propuestas estéticas de cada autor.
El presentador de libros promedio es
tibio, pues no se arriesga a enunciar su punto de vista en lo que entrega al
público. Es claro que el crítico también es un creador; al menos el crítico de
verdad, el que se involucra en el desarrollo de posibles discursos de
resolución y del potencial de lo que aborda. Por eso cuando se habla del
trabajo que ha realizado Regil para Verso Destierro, no solamente presentando
estos u otros libros, con escritos de calidad que podrán encontrar en Vario mar incesante, así como otros aún mejores,
sino con su trabajo como cronista y lector reflexivo de
los Miércoles Itinerantes de Poesía, durante todos los miércoles de un año, está
de más decir que no sobran lugares en donde los poetas aparte de poder ir a
leer su obra reciente, exista la figura de un “crítico poético” que realice una
reseña sobre sus creaciones. Esta figura es la que José Manuel Ruiz Regil ha
conformado con solidez.
El tipo de reseña crítica que hace
Manuel, es como ya se mencionó, un ejercicio poco complaciente, y se nota en la
evolución del mismo ejercicio. Tener una visión amplia, y que de posibilidad no
sólo a conformar un criterio, sino a ampliarlo constantemente, garantiza que un
crítico pueda estar vigente cada vez que practica su acercamiento al otro y su
texto. Esto es muy diferente al supuesto criterio con el que regularmente se
hacen las antologías aquí en México, apelando al “buen gusto” y a la “ñoñez” de
los ingenios grises, donde la sutileza se confunde con la broma simplona o
blandengue. Contrario a esto, Ruiz Regil aguza el comentario puntilloso y no
tiene concesiones mediáticas con el autor en cuestión.
Por este motivo es un gusto festejar
este libro rico en reflexiones y líricas, que dan puerta abierta a un crítico
que se habrá de seguir leyendo por muchos años, y para eso estamos los lectores,
los poetas y los artistas en general.
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