Novela maravillosa del escritor italiano Italo Calvino: "El Barón
Rampante". No sé cómo no se ha hecho una película basada en esta obra,
sería preciosa. Toda ella es un poema. Cosimo, el personaje principal, decide
subir a los árboles a la edad de doce años, y no bajar nunca. Pero desde las
altas copas, de una rama a otra, crece, ama, lucha, viaja, piensa. Sobre todo
ésto último. Su vida se convierte en un acto de rebeldía hacia la humanidad,
que es la esencia del acto poético.
Encaramado en las
horquetas hace frente a las más simples complicaciones que impone la fuerza de
gravedad, el clima, los animales. Redacta leyes, lee muchísimo, y con el tiempo
se gana la confianza de los habitantes de la comarca de Ombrosa. Su actitud es
una lucha pacífica contra la necedad de vivir "con los pies en la
tierra", del orden, aparentemente lógico, de las cosas. De esta forma
vence -convirtiéndose en su principal amigo y guía literario-, al ladrón más
temido, derrota a los piratas, acaba con la amenaza de los lobos, es admirado
por Napoleón, combate en la revolución; todo, sin bajar un solo pie.
Viejo y enfermo,
desaparece trepándose al ancla de un globo, que pasaba rozando la copa de un
pino. En su tumba se lee : 'Vivió en los árboles, amó la tierra".
La historia es
narrada por su hermano, quien recuerda, ya en su vejez, la vida de el Barón,
que es una exaltación de ética, de amor propio, de voluntad. Una forma singular
de decir a los hombres de la tierra que vuelvan el rostro a las alturas, hacia
lo elevado; una metáfora de la humildad, la sencillez, que exigen los más altos
valores de la persona.
Si Erasmo elogia a
la locura como la forma de afrontar la realidad de la vida, Cosimo supera el
delirio y hace de su vida la más cuerda y temible poesía.
José Manuel Ruiz Regil, 1994.
Analista cultural.
No hay comentarios:
Publicar un comentario