Para
mi querido amigo
Marco Antonio Trovamala
Luna propicia que se emboza el
rostro con las nubes, cuando el legendario portal de la Galería Los Talleres se
abre para invitar a los paseantes de Francisco Sosa a hurgar en las profecías
que devuelve "Polvo de Obsidiana", selección de piromodelajes
del maestro Marco Antonio Trovamala.
Visiones del macro y
microcosmos, ventanas dimensionales que llevan al espectador a estados
primigenios, a través de la reflexión fantástica, el horror, el cuestionamiento
científico. Lenguaje universal cuya sintaxis es la de un tiempo que no existe y
siempre pasa; la de un lugar que está en todas partes y en ninguna, y para
hallarlo, es preciso olvidar y dejarse arrastrar por el torrente magnético del
abismo.
Todo es negro. La nada
potencial, el estado que precede a la luz, paisaje de un futuro que se
reinventa; meteoros orgánicos en constante mutación, sexualidad cósmica,
improntas ulteriores donde mueren los principios y la memoria es total, se
vuelve consciente. Evocaciones fósiles, escamas, silios, protozoarios, vaginas
alienígenas mordizqueando el dedo de Dios.
Quien se para frente a un
piromodelaje y lo observa, de pronto, advierte que la búsqueda de su significado,
el escrutinio de sus códigos, la asimilación de sus formas, no es producto de
una invitación amable a la charla complaciente con una expresión plástica, sino
de una provocación urgente, el ultimátum de una conciencia alerta. La
persistencia de la vida en cualquiera de sus formas, conocidas o no, está
implícita en este anecdotario estelar.
El Piromodelaje, nombre que le
ha dado el poeta Oscar Wong a la técnica innovada por Trovamala, fragua al
espíritu con la materia en el ejercicio plástico de manera que las herramientas
y la temperatura que se requiere para manipular las resinas, se convierten en
la pira donde arde y se purifica lo viejo, lo muerto, lo pútrido, y se funden
nuevos moldes a partir de las cenizas.
Quizás, "Polvo de
obsidiana", sean las piezas de un rompecabezas espacial que resuena en
nuestra biología, o de un universo interior que tiene su contraparte en la
estructura de la vía láctea o mas allá. Patrones comunes dispuestos a dar el
salto cuántico en tanto su materia se los permita, y, en un descuido, abandonar
sus márgenes para hacer la danza anímica de los tiempos.
Integración y desintegración,
polvo y piedra, vida y muerte: contrastes fatales, paradojas complementarias de
un ciclo sin principio ni fin.
Las profecías de Trovamala
están armonizadas en el caos, de ahí su ambiguedad, su reflexión uraña y
aparente paradoja: visión de lo sagrado; belleza disfrazada de holocausto;
relieves de velocidad y quietud, súbita solidez del polvo y evanescencia de la
piedra, briznas bióticas que fecundan el
espíritu.
Discurso sin concesiones -la
vida no las otorga, la muerte tampoco-. ¿Abstracciones? ¿concreciones?
¿expresiones? Piromodelajes. Nostalgia del futuro en esta exposición que hay
que visitar y conocer, antes de que la piedra que somos vuelva a ser, de nuevo,
el polvo.
Crónica de la exposición Polvo de obsidiana, del Mtro. Marco Antonio Trovamala. Galería Los Talleres, Coyoacán, 1998.
Por José Manuel Ruiz Regil.
Analista cultural.
arteduro.dealers@gmail.com
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