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domingo, 9 de diciembre de 2012

Las profesías de Trovamala hechas polvo




 Para mi querido amigo
 Marco Antonio Trovamala


Luna propicia que se emboza el rostro con las nubes, cuando el legendario portal de la Galería Los Talleres se abre para invitar a los paseantes de Francisco Sosa a hurgar en las profecías que devuelve "Polvo de Obsidiana", selección de piromodelajes del maestro Marco Antonio Trovamala.

Visiones del macro y microcosmos, ventanas dimensionales que llevan al espectador a estados primigenios, a través de la reflexión fantástica, el horror, el cuestionamiento científico. Lenguaje universal cuya sintaxis es la de un tiempo que no existe y siempre pasa; la de un lugar que está en todas partes y en ninguna, y para hallarlo, es preciso olvidar y dejarse arrastrar por el torrente magnético del abismo.

Todo es negro. La nada potencial, el estado que precede a la luz, paisaje de un futuro que se reinventa; meteoros orgánicos en constante mutación, sexualidad cósmica, improntas ulteriores donde mueren los principios y la memoria es total, se vuelve consciente. Evocaciones fósiles, escamas, silios, protozoarios, vaginas alienígenas mordizqueando el dedo de Dios.

Quien se para frente a un piromodelaje y lo observa, de pronto, advierte que la búsqueda de su significado, el escrutinio de sus códigos, la asimilación de sus formas, no es producto de una invitación amable a la charla complaciente con una expresión plástica, sino de una provocación urgente, el ultimátum de una conciencia alerta. La persistencia de la vida en cualquiera de sus formas, conocidas o no, está implícita en este anecdotario estelar.

El Piromodelaje, nombre que le ha dado el poeta Oscar Wong a la técnica innovada por Trovamala, fragua al espíritu con la materia en el ejercicio plástico de manera que las herramientas y la temperatura que se requiere para manipular las resinas, se convierten en la pira donde arde y se purifica lo viejo, lo muerto, lo pútrido, y se funden nuevos moldes a partir de las cenizas.

Quizás, "Polvo de obsidiana", sean las piezas de un rompecabezas espacial que resuena en nuestra biología, o de un universo interior que tiene su contraparte en la estructura de la vía láctea o mas allá. Patrones comunes dispuestos a dar el salto cuántico en tanto su materia se los permita, y, en un descuido, abandonar sus márgenes para hacer la danza anímica de los tiempos.

Integración y desintegración, polvo y piedra, vida y muerte: contrastes fatales, paradojas complementarias de un ciclo sin principio ni fin.

Las profecías de Trovamala están armonizadas en el caos, de ahí su ambiguedad, su reflexión uraña y aparente paradoja: visión de lo sagrado; belleza disfrazada de holocausto; relieves de velocidad y quietud, súbita solidez del polvo y evanescencia de la piedra,  briznas bióticas que fecundan el espíritu.

Discurso sin concesiones -la vida no las otorga, la muerte tampoco-. ¿Abstracciones? ¿concreciones? ¿expresiones? Piromodelajes. Nostalgia del futuro en esta exposición que hay que visitar y conocer, antes de que la piedra que somos vuelva a ser, de nuevo, el polvo.

Crónica de la exposición Polvo de obsidiana, del Mtro. Marco Antonio Trovamala. Galería Los Talleres, Coyoacán, 1998.
Por José Manuel Ruiz Regil.
Analista cultural.
arteduro.dealers@gmail.com 


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