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viernes, 15 de junio de 2012

El uroboro de la modernidad o el cisma del imperio de la fe, por José Manuel Ruiz Regil


Ruinas embarazadas de ruinas que paren ruinas, es la geometría del espacio virtual que Eduardo Romo pretende conquistar con Falsas Estructuras, un proyecto de construcción efímera dentro de otra efímera escultura –si a las ruinas del tiempo nos atenemos- , y que utiliza la idea de la fe como cimiento de un imperio hoy menguado por la razón, la física y la mercadotecnia. La nave principal del Ex Convento de Santa Teresa se ve preñada por la fecundidad creativa del autor de una sola pieza en dos instancias. Un obelisco, torre o pirámide invertida posicionada de manera vertical y otra horizontal simbolizan el plano cartesiano X, Y de nuestra axiología moral, donde flotan las parábolas dogmáticas, las hipérboles semánticas y las tangentes filosóficas, políticas y económicas que se desmoronan hoy, al vislumbrar, en el amanecer del siglo XXI, la tercera dimensión: el eje impredecible de las Zetas, otorgando valores antípodos y complementarios, al tiempo que exalta y disminuye la calidad o validez de un discurso frente a otro. Principio y fin, positivo y negativo, luz y obscuridad, fe, credulidad y agnosticismo se tocan y trastocan para recrear un nuevo orden de cosas.


Este mecanismo es la gran metáfora, la síntesis plástica que evidencia el cisma en que se encuentra hoy día no sólo la fe, sino la estructura per se de la civilización como la conocemos (diríase la estructuridad) de lo que ha dado sustento a la operación cultural de occidente en los últimos dos mil años. El hecho de que el autor construya estas estructuras -que no son falsas, sino que son reales, pero evidencian una palpable falsedad ex profesa-; y las introduzca como un virus camuflado en la nave principal del ex templo de Santa Teresa, cimbra en su columna vertebral la piedra fundamental de la institución.
El nombre de la exposición contiene una aparente paradoja, más al estilo de un oxímoron que ya anuncia el truco en el que nos va a meter. Por naturaleza, se supone, una estructura no puede ser falsa. Si fuera así no funcionaría. La estructura del DNA que no es una verídica concatenación de acontecimientos bioquímicos, es una mutación que acaba por destruir al organismo que lo contiene. Así es el abordaje que, de la estructura como modelo funcional de la sociedad contemporánea, Romo se plantea cuestionar. Y lo hace a través de estas piezas físicamente contradictorias. Una torre que se va ensanchando a medida que crece hasta que se desborda sobre sí misma es la unidad mínima semántica que expresa el desarrollo de una forma que como el mítico uroboro, cada vez que abre la boca, se muerde la cola, devorándose a sí mismo en su afán depredador. Esta simulación de grandeza deja pistas críticas al devaluar la calidad de los materiales que supuestamente son los cimientos que proyectan solidez y permanencia, develando la falsedad de los eufemismos dogmáticos e ideológicos que sólo han servido para mantener un montaje de guiñol. Tan endeble parece hoy el mito sobre el que se ha construido la administración más grande de la fe, y en la que se ha cultivado el imaginario colectivo de gran parte de la humanidad.


Cual Galileo, quien en su siglo XVI cuestionó el modelo astronómico para demostrar que la tierra no era el centro del sistema planetario, cambiando con ello los paradigmas científicos hasta entonces conocidos, la intervención de Romo nos sugiere cuestionar la lógica de la ecuación altura, tamaño, amplitud igual a grandeza, frente a las fisuras por donde se filtra el detritus de la institución ¿Por qué obviar esta neo-babel de creencias que han degenerado la fe cristiana en escisiones disidentes que buscan respuestas que el clero católico ha negado, creyendo con eso mantener su poderío espiritual sobre las almas? ¿Por qué no mirar del mismo modo todo lo demás y cuestionar estructuras como el contrato social, el trabajo, la economía, la educación, la pareja, la familia, que en su momento ayudaron a construir una civilización que hoy culmina, quizás; y estemos sentados en primera fila asistiendo al día de su desplome? ¿Es acaso, Falsas Estructuras el tráiler previo al largometraje de la destrucción que anuncia el fin de un mundo como lo conocemos para dar paso a otro mejor o diferente; hacia un contenedor más congruente con la humanidad que somos hoy?


En los vestíbulos de la iglesia continúa el discurso, donde el autor mete el dedo en la llaga con doce estructuras multiformes, a manera de sagrarios clausurados, a través de los cuales el espectador podrá confrontarse con el misterio, optar por la fe o acceder a la malicia científica de la comprobación que diluye cualquier dejo de inocencia. Y en la capilla de las ánimas un video que muestra el registro de la construcción de las torres y su eventual desplome. ¿Será que la forma de cada sarcófago sagrado responde a la morfología de su contenido? ¿o es que cada mito adquiere la forma y el tamaño que el creyente le confiere? ¿Será que en el centro del huracán no hay nada? Es ese el tratamiento estructural con que Romo cimbra hoy nuestras creencias poniendo en duda incluso la existencia histórica de Jesús, la improbable virginidad de María o la perversión institucional que obliga a los sacerdotes a la castidad. Queda en el espectador la decisión de acercarse al misterio y develarlo  o seguir rendido ante el poder de la mentira.



The uroboro of modernity or the schism of the rule of faith
By Jose Manuel Ruiz Regil
Translated by Alejandra Vega Haro

Pregnant ruins of ruins that give birth to ruins. This is the geometry of the virtual space Eduardo Romo pretends to conquer by means of his False Structures, an ephemeral construction project within another ephemeral sculpture - if by the ruins of time we abide ourselves-, which uses the image of faith as foundation of an empire diminished by reason, physics and marketing.

The principal nave of the Ex-Convento de Santa Teresa seems pregnant with the creative fecundity of the author of just one piece in two instances.

An obelisk, tower or reversed pyramid positioned in a vertical way and another one horizontal symbolize the Cartesian plane of our moral axiology, where the dogmatic parables float, the semantic hyperboles and the philosophical, political and economic tangents crumble as they glimpse, in the dawn of the 21st century, the third dimension:

The unpredictable axis of the Zeds, granting antipode and complementary values, as it arouses and diminishes the quality or validity of one speech as opposite to another.

Beginning and end; positive and negative; light and darkness; faith, credulity and agnosticism touch and disrupt each other to recreate the new order of things.

This mechanism is the great metaphor, the plastic synthesis that demonstrates the schism in which not only the faith lays today, but the civilization structure per se, as we know it (we might say the structurity), of what has given sustenance to the occidental cultural operation for the last two thousand years. The fact that the author built these structures - which are not false but real, and demonstrate a palpable untruth expressly - and introduce them as a virus hidden in the main nave of the former church of Santa Teresa, quivers its backbone with the cornerstone of the institution.


The name of the exhibition contains an apparent paradox, in the style of an oxymoron announcing the trick in which we will be involved. It is supposed that for nature a structure cannot be false. If so it would not work. The structure of DNA, which is not a true concatenation of biochemical events, is a mutation that eventually destroys the organism containing it. This is the approach Romo seeks to challenge regarding the structure and functional model of contemporary society. And he does so through these physically contradictory pieces. A tower that widens as it grows until it overflows onto itself; is the minimal semantic unit that expresses the development just as the mythical uroboro who bites its tail every time it opens its mouth devouring itself in a predator’s quest. This simulation of greatness leaves critical tracks by devaluating the quality of the materials that supposedly are the foundations that project solidity and permanence, revealing the falsehood of the dogmatic and ideological euphemisms that only have served to support a puppet montage. So weak seems today the myth on which the largest management of faith was built, and in which the collective imagination of major humanity has been cultivated

Just as Galileo, who in the 16th century questioned the astronomical model to demonstrate that the Earth was not the center of the planetary system, thereby changing the scientific paradigms known at that time, Romo’s involvement invites us to question the logic of the equation height-size-width equals to greatness, opposite to the fissures through which the detritus of the institution filters. Why should we ignore this neo-Babel of beliefs that have degenerated the Christian faith into dissident splits seeking answers that the Catholic clergy has denied, believing they can keep the spiritual power over the souls? Why don’t we look the same way into everything else and question structures such as the social contract, work, economy, education, marriage, family, who once helped build a civilization that seems to be culminating? Perhaps we are sitting in the front row, waiting for its collapse. Is False Structures the trailer before the feature film of the destruction that announces the end of the world we know, making way for a better or different world into a more consistent container with the humanity we are today?

In the hallways of the church the speech continues, where the author hits the nail on the head with twelve multiform structures, as closed shrines, through which the spectator will confront the mystery of faith or choose to access the scientific malice of the proof that dilutes any memory of innocence. And in the chapel of the spirits there is a video with the record of the construction of the towers and their eventual collapse. Maybe the form of every sacred sarcophagus answers to the morphology of its contents? Or is it that every myth acquires the shape and size the believer awards to it? Could it be that in the center of the hurricane there is nothing? This is the structural treatment with which Romo quivers our beliefs questioning the historical existence of Jesus, the improbable virginity of Mary or the institutional perversion that forces priests to chastity. It is in the spectator's decision to approach the mystery and reveal it or to remain subject to the power of the lie.

José Manuel Ruiz Regil y el autor de Falsas Estructuras Eduardo Romo

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