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domingo, 11 de diciembre de 2011

La capilla del fin del mundo Por José Manuel Ruiz Regil

Este texto apareció por primera vez en el número 41 de Galería Urbana, crónica de la cultura el 16 de abril del 2008

David Lachapelle (E.U. 1969) expone en el Museo de San Ildefonso una serie de fotografías (fotomontajes o fotocomposiciones) en gran formato que ha llamado “Delirios de razón”, luego del éxito de sus libros Hotel Lachapelle, El artista y las prostitutas y otras colecciones que retratan el glamour detrás de los mass-media. Quizás, la propuesta estética surge a partir de la reflexión positivista de llevar el mundo de la razón a sus máximas consecuencias, lo que ha dado como resultado los extremismos del mundo contemporáneo.

A manera de anticipaciones apocalípticas el artista genera un discurso alegórico en torno a la destrucción de la civilización, utilizando escenarios naturales provocados por los efectos meteorológicos de las últimas décadas (incendios, terremotos, inundaciones, accidentes) para contraponer a los iconos del cine o la publicidad en una actitud –la mayoría de las veces-, inocente y víctima de la devastación de la que son responsables, también. 

Así vemos a Leonardo Di Caprio como un elemento más dentro de una composición de frutas tropicales, a manera de naturaleza muerta con galán; a Pamela Anderson  en una regadera de bronceado en la que el “tanning” va escurriendo desde sus pechos atronadores hasta sus pantorrillas, a través de pequeños hilillos que contrastan con el blanco de su piel; Maddona odalisca seducida por los cisnes de Zeus; un par de chicas adolescentes cuyos maquillajes enfatizan los insomnios y contrastan con el blanco tísico de sus rostros juegan en la cocina a preparar el desayuno.  La leche mana del seno de una de ellas, mientras que la otra sostiene el tazón con hojuelas. “Burning down the house” como la canción de Talking Heads, presenta a dos personajes femeninos ataviadas de cortesanas. Corren una detrás de la otra, dejando atrás un castillo en llamas. Por la corpulencia de las modelos me quedo pensando si no es una interpretación de “Dos mujeres corriendo en la playa”, de Picasso, sólo que en esta ocasión una de ellas lleva una antorcha. Hacia el extremo derecho de la foto se aprecia un caballo, perfectamente enjabelgado y un carro, como testigo de la acción.

Product shots cuyo significado no parece ir más allá de su significante; donde la estrella es eso nada más. Y su presencia hace producto a su entorno y al consumidor mismo. En esta muestra, el discurso alegórico –que no poético- resulta de lo más digerible para el espectador. Carteles publicitarios prefiguran la estética del fin de mundo. Títulos como “The morning after” o “”The world is gone” o “who can help us”, en esta última un par de bellas mujeres, vestidas de diseñador se hallan desamparadas entre escombros. Una mira inquisitivamente al Teddy Bear entre sus manos, como el patético retrato de una sociedad adormecida e infantil que perece a causa de sus caprichos, y aún así no se da cuenta. “Redeaming Paradise”, imagen de una modelo vestida con un overol de gasa blanca translúcida custodiando bolsas repletas de PET para reciclar. Parece que la imagen pretendiera reducir el problema de la contaminación o el sobrecalentamiento global a una composición de portada de comic.

Es evidente que Lachapelle retoma la estética de la composición renacentistas o prerrafaelista, cuyos valores hoy son de lo más asimilado al discurso  pequeño-burgués de consumo, donde para representar grandes escenas complejas se ha preparado un “crew” de modelos que posan largamente bajo las luces. Sus atrezzos rebasan la función de ambientar para convertirse en  fetiches del vacío contemporáneo.

 “La Guerra santa” se anuncia como éxito cinematográfico, a la manera de “Star Wars”. Figuras de cartón reciclado de tamaño natural ocupan diversos planos, dando la sensación de tridimensionalidad, en una crítica al manejo de la información que se vende como espectáculo; una denuncia al negocio de la guerra que se produce igual que un filme taquillero. La pieza expresa  la figura del héroe y del antihéroe en tercera dimensión. ¿Cuál es cuál? Punto de cruce entre valores. Mas, hay un guiño de mordacidad en las escenas. Una especie de mundo de Barney contra Rambo IV.

 “Degradación” es un retablo en que Sodoma y Gomorra son un par de mojigatas frente a la opulencia y el utilitarismo del ser-producto  en un escenario tipo Las Vegas hoy. Bajo la misma técnica del cartón reciclado, elemento formal que a mi gusto comunica la reutilización de los mitos y la materia prima humana como rueda de la fortuna que repite la historia incansablemente,  ilustra los excesos del dinero y el vacío. Niños pervertidos por el sueño del poder, cerdos de oro ataviados con corona y joyas, copulando como estrellas porno. Los personajes blancos y negros, intercambiando caricias en una orgía no de diversidad, sino de variedad de productos. Se consume no el respeto y la diferencia del otro, sino el beneficio personal que se obtiene a partir de la variedad del estímulo que el otro ofrece.

En la pieza “Museo” un pasillo inundado expresa la desolación de la cultura ante un destino apremiante de destrucción. Es lo más impresionante de estas imágenes. Los escenarios de La guerra delos mundos, Brasil, El planeta de los simios, o El día de independencia, pueden ser retratados con magnífico realismo en esta parte. Sobre el agua se refleja la musa desdibujada que cuelga en la pared, húmeda y enmohecida.- ¿Nostalgia o critica al clacisisimo?- Flota en la corriente de aguas negras de la civilización, una postal con “la pipa” de Magritte, y unas ondas en movimiento  expresan que la acción transcurre en tiempo presente. Es decir, que el cataclismo ya es. 

La figura de Jesús es altamente explotada como catalizador de la actividad humana, incorporando  su imagen mitológica a la escena contemporánea. Jesús entre las prostitutas, donde se retrata el perfil del ciudadano contemporáneo de los barrios bajos en toda su mixtura racial. El lavatorio se hace en una cocina de barrio bajo, ante el atónito de jóvenes quienes reciben su primera lección de humildad. Cierra esta secuencia el retrato del cristo negro. ¿Reclamo, anhelo o divulgación antropológica?

Una secuencia bastante amplia de retratos de personajes suspendidos en agua vaticina el fin del mundo bajo la forma de un nuevo diluvio. Las cédulas nombran a Dan, Judith, Eleonor, Mark, lo mismo que a ti o a mí, como parte de esta civilización suspendida. “Cathedral”, quizás la imagen más promovida de la muestra, acaso es un diagnóstico de la fe en estos días. El ser humano busca a Dios, por encima de los escombros del dogma. El artista retoma varias de las composiciones clásicas como “La piedad”, de Miguel Angel o el controvertido autorretrato de Velázquez en las meninas, o escenas de Delacroix para ridiculizar, incluso, lo sacro y lo sublime en tiempos de materialismo extremo. Mas a pesar de ello, las obras mantienen un ardiente orgullo “pop”, y cierta dosis de  “Kitch” bien recibido en estos días.

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