Vistas de página en total

domingo, 25 de marzo de 2018

El matalote 12


"Si vis pacem, para bellum"
“Quien quiera la paz, prepárese para la guerra”
Vegecio


   

Se le vio arrogante, pagado de sí mismo, displicente hacia los intereses y las preocupaciones de los entrevistadores, periodistas y analistas de sobrada reputación. 
A pesar de que para muchos -y para él mismo- su actitud fue calma y no explotó en ningún momento, su lenguaje corporal evidenciaba una suficiencia a prueba de bala. ¿sabes de quién hablo, verdad?


Brozo, en su Galería mañanera del viernes pasado criticó la defensa que hizo Carlos Marín de los logros y las reformas de la administración del sistema, a las que "El peje" se opone categóricamente y plantea proponer que se revisen, a través de una iniciativa presidencial.
Yo lo que vi es que Marín luchó más por no perder la conducción del programa que en sacarle información al invitado; aunque entre todos le sacaron muchas cosas que al electorado indeciso muy probablemente le ayudó a decidir que por nada del mundo votará por él, su partido, su causa o sus seguidores.


Parece que AMLO se la va a pasar revisando todo, que nada le gusta, nada le parece, y que no tiene idea clara del marco legal en que se mueve, ni en la función de las instituciones democráticas actuales; deja entrever que pueden seguir siendo las mismas o pueden cambiar a modo, según amanezca de humor; total “se puede llevar todo el sexenio”, que a él no le apura.
Así como esperó dieciocho años para llegar hasta aquí, pueden pasar seis más, y en una de esas buscar la reelección para resolver un segundo o tercer tema de la agenda.
Su respuesta más recurrida fue “lo vamos a consultar con la sociedad”.

Se jacta de conocer la historia, y le gusta tanto que quiere volver a la época anterior a la reforma; crear una constitución moral -como si la vigente Carta Magna no tuviera su propia moral; y las leyes su espíritu-; dejar atorados en el tiempo los asuntos que requieren decisiones urgentes, o resultan incómodos para el “stablishment”, becar a los Ninis, y hacinar a los jóvenes en universidades saturadas de alumnos, con tal de que estudien. ¿y la autonomía de estas instituciones públicas y privadas? ¿De veras van a estudiar o a integrarse socioculturalmente todos por igual, sólo porque hay un pacto entre el ejecutivo y las direcciones?


Pude ver debajo de esa sonrisa socarrona y aparentemente tolerante, una maquinación encubierta que puede develarse una vez instalado en la silla -que no estará en Palacio Nacional como él quisiera-, y convertirse en tiranía autoritaria (aunque sea pleonasmo, en este contexto anfibológico, se vale).


Durante la entrevista no contestó con claridad ninguna pregunta, ningún sí o no, no expresó su pensamiento. Es como cuando uno se pone necio y a todo responde: Depende. Y lo acaban a uno mandando a la chingada. Se refugió en la esquina de la opinión pública. Pero sí dijo que no tiene aspiraciones de estadista, aunque sueña con pasar a la historia como Juárez, y considera que el régimen que él comandaría será presidencialista. (¡!) ¿No se supone que estamos tratando de acabar con ochenta años de eso y darle la bienvenida a la democracia madura y efectiva?


Andrés Manuel López Obrador padece el “síndrome del ajolote”. No sabe si va o viene, pero ahí está. Él ve el futuro en el pasado, la justicia en la amnistía y el poder en el querer. Es un oxímoron voluntarioso y megalómano que confía en que el manto de su honestidad individual va a cubrir toda la burocracia, y la “renovación moral” que no logró De la Madrid él sí la logrará.




Reforma energética, pa trás; reforma educativa, pa trás. Sus argumentos: revisar los contratos de inversión nacional o extranjera y si no convienen al país, renegociar o anular (como Trump); incluir a los maestros y a los padres de familia en algo que por ley es responsabilidad del Estado. En todo caso, capacitar a los maestros con el método didáctico que se ha elegido (ese ya tan manido del “aprender a aprender”, del que al parecer sólo se saben la primera parte, porque lo demás no lo cantan: Aprender a enseñar, enseñar a aprender y enseñar a enseñar -Escuela de iniciación-) y acabar con las canonjías que le dan crisis de abstinencia a la Coordinadora Nacional.



Aborto, matrimonios igualitarios y drogas: consulta. ¿Qué no tiene una idea de país que planteó en su libro y en su manifiesto? ¿qué todo está tan endeble y fangoso -como el terreno del aeropuerto en Texcoco o la garantía de los bonos de construcción en Santa Lucía- que hay que ir improvisando según el escenario? ¿teme perder votos si lo defiende o si opina distinto de la mayoría de sus seguidores? Porque ahorita el tema no es gobernar, sino ganar; y una vez arriba, entonces sí, ese ánimo conciliador, plural e incluyente se convertirá en mano dura reaccionaria, impositiva y cerrada a las demandas de las minorías.
Estamos ante un potencial dictador que no respeta la estructura de una democracia emergente y que defiende únicamente para usarla para acceder al poder y soñar con perpetuarse en él.


La línea de su discurso es “atender las necesidades del pueblo”, pero “no confía en la sociedad civil”. Esta es una perla de la ambigüedad y la aparente falta de postura. Pero lo que hace AMLO, cada vez más, conforme se acercan las elecciones es asustar a los empresarios, a los banqueros y a los inversionistas extranjeros, echando para atrás casi todo lo más representativo de la administración de Peña, y que nos ha costado tanto esfuerzo a los mexicanos, tanta resistencia, tanta paciencia, tanto amarrarse el cinturón para sacar el barco a flote, como para que llegue este candidato a darnos dádivas.



Las policías, el mando único y la creación de una guardia civil a las cuales él coordinará todas las mañanas desde su despacho. Eso me suena como la incursión de un tragafuegos en una bodega de pirotecnias.



Hay AMLO, AMLito, da un pasito pa delante y da un pasito para atrás. Persigue la paloma de la paz, va dando tumbos. Así el país no puede ir más contigo.



José Manuel Ruiz Regil
Poeta, publicista y analista cultural  

No hay comentarios: